miércoles, 1 de agosto de 2012

TIWANACU UNA PUERTA EN EL TIEMPO


Programa: Rastros:

Cuando los primeros rayos del sol del 21 de junio cruzan por la figura del Dios Viracocha,
sellada en la Puerta del Sol, se cree que hay una fuerza cósmica que impregna a los nativos y a los visitantes que extendiendo las manos reciben el legado de unas de las culturas más antiguas de la humanidad: Tiwanacu.

Diversos arqueologos coinciden que esta cultura preincaica - extendida en Bolivia, Perú, Ecuador y Chile - se inició alrededor de 2 mil años a.C y misteriosamente desapareció mil años d.C.


La capital de Tiahuanacu se encuenta al sureste del Departamento de La Paz, capital administrativa de Bolivia. A 3885 metros de altura la ciudadela se destaca por siete construcciones arquitectónicas importantes: Kalasasaya, Templete Semisubterráneo, Pirámide de Akapana, Portada del Sol y Puma Punku. 

Según el militar, investigador, ingeniero y arqueologo boliviano - austriaco, Arthur Posnansky, Tiawanacu es la cuna del hombre americano.


La cultura tiawanacota fue pionera en el manejo del bronce, la agricultura y los estudios astronómicos. Según estudios en su época de mayor esplendor la capital contó con cerca de 300 mil habitantes.

Las estelas que habitan en el frío altiplano boliviano poseen figuras de míticos seres. Arqueólogos e investigadores especulan sobre la posibilidad de que estas construcciones fueron edificadas por seres gigantestos, descendientes de los habitantes de la Atlantida.

Esta teoría no parece descabellada, pues las estelas cuentan con alturas y pesos que para la arquitectura de la época hubiesen sido imposibles de ser realizadas. Es el caso del monolito Bennet, nombre en honor al arqueólogo estadounidense Wendell Clark Bennett, que cuenta con una altura de 8 metros y más de 20 toneladas de peso. Esta estela fue catalogada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco el año 2000.



Tiawanaku recibe miles de turistas cada año que al ver las míticas estelas recuerdan el glorioso pasado de una de las culturas más importantes de la humanidad.


El viento frío de tu altiplano, el sol calcinante sobre tu rostro y tu mirada silenciosa pero penetrante sigue los rastros de tu pasado majestuoso. Porque en vos también hay una esencia que es legado de todo lo que hay.